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sábado, 17 de abril de 2010

Antanas, el Austero

Por Rafael Nieto Loaiza

En mi última columna afirmé que no era transparente la actitud del partido de los girasoles en relación con la reposición de gastos de campaña y que Mockus tenía que saberlo.

Algunos lectores alzaron sus voces enfurecidas. Alegaron que Daniel Coronell, el “mejor periodista de investigación del país”, había dicho lo contrario y que había que creerle a él y no a mi. En palabras de éste gacetillero de turbio pasado, los verdes “tenían derecho a recibir cerca de 7.500 millones como gastos de reposición de campaña” y los “declinaron” dizque por “respeto por los recursos públicos y la austeridad”. Según el socio de César “El Bandi” Villegas, ésta es una de las razones por las cuales debemos votar por el ex alcalde.



Hoy no sólo reafirmo sino que ahondo, para resolver cualquier duda. Y de paso sostengo que el “mejor periodista de investigación” renunció al trabajo de verificar lo que afirma con el ánimo inocultable de favorecer al candidato de sus afectos (antes lo era Noemí Sanín, a quien negó haber financiado en una de sus campañas anteriores hasta que el Consejo Nacional Electoral probó que mentía). Le hubiera bastado una pesquisa menor para no mentirle, otra vez, a sus lectores.

La reposición de gastos es un mecanismo de financiación estatal de las campañas políticas que usa un sistema combinado para fijar el valor a reponer. Por un lado, define una suma máxima a invertir por cada candidato que, en el caso de las consultas internas de los partidos para el 2010, fue de $2.750 millones. Por el otro, establece un valor de $4.218 pesos por cada voto válido depositado a favor de un precandidato. Si éste saca 100.000 votos, sólo recibiría $421.800.000 y no el tope de $2.750 millones.

Pero como la reposición es un sistema de financiación y no un acto de caridad con los candidatos, al final sólo se reponen los gastos efectivamente realizados en la campaña y ni un peso más. Es decir, si el fulano de marras sacó 100.000 votos pero no gastó sino cien millones de pesos en su campaña, el Estado sólo le repondrá esos cien millones y no los 421 millones correspondientes al número de votos ni los 2.750 millones de la suma máxima a invertir.

Eso lo sabe perfectamente Antanas. Cuando fue candidato a la Alcaldía de Bogotá en 1994, presentó una cuenta de gastos por $25.918.000, dinero que se le entregó mediante la orden de pago 045068 del 15 de marzo de 1995. Sin embargo, Mockus demandó a la Nación porque quería que le pagaran $47.940.350 adicionales, “más intereses comerciales y moratorios”, la suma que según él le faltaba por recibir después de multiplicar sus votos por $150 pesos, el valor de reposición de entonces. Mockus quería ganarse una platica más allá de lo que se había gastado. Y por cuenta del Estado.

El 14 de octubre de 1999, el Consejo de Estado negó de manera definitiva la pretensión de Antanas. Y le recordó que “en ningún caso la suma de dinero reconocida por concepto de reposición de gastos podrá superar el monto de los gastos efectuados durante la campaña por los respectivos candidatos”.

Así que Mockus tenía que saber que él y el Partido Verde no pueden recibir más de lo que efectivamente gastaron en su campaña, con independencia del número de votos obtenidos en la consulta. Sugerir que estaban renunciando a un derecho que no tienen para mostrarse altruistas es aprovecharse de la ingenuidad ciudadana, es contrario a su pasado y es cualquier cosa menos transparente.


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